
La última novela de Carmen Amoraga (de la que hasta ahora no he leído nada más), y reciente ganadora del Premio Nadal resulta difícil de valorar.
Y no exactamente por su modo de escribir: el lenguaje es cercano, comprensible, los capítulos cortos, la estructura clara. En ese aspecto sería un libro que recomendaría prácticamente a todo el mundo.
La dificultad la veo porque me ha resultado muy triste y en cierto modo demasiado monótono (o más bien monotemático). Trata sobre el primer año que pasa una mujer después de la muerte de su marido y sobre el proceso que vive. No digo que esté mal planteado, si seguramente sea muy realista. Sólo digo que me daba pereza pornerme a leer porque o me aburría o me entristecía.
Así que no lo recomiendo.
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