Hay veces que me pregunto qué nos mueve a comprar un libro u otro, qué hace que elijamos uno, y desechemos otro. Supongo que en la decisión influye la importancia o fama del autor, los premios que haya recibido, lo que recomienden críticos y lectores, el número de ventas,...
En muchas ocasiones los libros llevan una especie de vitola que nos anuncia el número de copias vendidas que, viene que querer decirnos, que le compremos porque si tanta gente lo ha comprado, por algo será.
Maldito Karma de David Safier viene con una vitola que anuncia su gran éxito en Alemania, Francia, Italia,... y con comentarios de la crítica que la califican como genial, desternillante, muy recomendable.
Siendo sensatos, este tipo de mensajes consiguen lo que pretenden, vender. Pero también pueden conseguir que la novela decepcione; y este es el caso.
Maldito Karma cuenta la historia de una presentadora de éxito en televisión, más preocupada por si misma y su carrera que por los que la rodean, que muere porque se le cae encima el baño de la estación espacial rusa.
Al morir descubre que se ha reencarnado en hormiga y que, siendo testigo de la vida que su familia tiene una vez ella ha fallecido, tiene que ir acumulando buen karma para ir evolucionando con las reencarnaciones. Pasará por diferentes etapas en las que irá descubriendo los errores que cometió en su vida y también a dar importancia a las cosas que realmente la tienen.
Esta escrito como si fuera un monólogo de humor, donde las paradojas de la vida se destacan para intentar provocar una sonrisa.
He de reconocer que es fácil de leer, entretenido y en algunos momentos hasta gracioso, pero no es para tanto como lo ponen. Sobre todo porque el tema está más que tratado por las películas americanas en las que cambian a las personas sus cuerpos para que se pongan en el lugar del otro. Y porque, con todo el respeto hacia todos los países donde ha resultado un éxito, no es tan gracioso como dicen (o al menos yo no le he encontrado la gracia).
En fin, recomendable para una tarde de verano en la playa, si se quiere leer algo entretenido que no requiera pensar demasiado; pero poco más.
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